El feng shui es una disciplina originaria de China practicada por los geomantes taoístas. Esta técnica sirve, en parte, para reconocer los lugares más aptos para la mejora de la vida y de la persona, en general.
A través del conocimiento del feng shui descubrimos que somos sensibles a las energías de los lugar
es según sean sus características. Del mismo modo que vimos como los arquetipos y los símbolos nos aportan una serie de mensajes e información, también las energías nos transmiten muchas cosas.
La tierra y sus paisajes tienen canales energéticos o meridianos, unos con
un alto nivel de vibración, como lo solares, y otros, los llamados lunares,
como son las grutas o los túneles, con una fuerza más fría. Nuestro
cuerpo tiene canales energéticos y puntos conectados con estas fuerzas
celestes y terrestres, por lo que somos sensibles al ambiente no sólo desde
un punto de vista fisiológico (nos puede afectar, entre otras, las bacterias
externas) sino también por un desequilibrio energético en consonancia
con lo que el planeta nos manifiesta: el clima, las radiaciones o los impulsos energéticos. Los lugares y estas emanaciones pueden resultarnos una
fuente de mejora terapéutica y todo lo contrario, causarnos enfermedades o problemas psicosomáticos
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